El programa de esta semana de la Orquesta Sinfónica de Chile - con la participación de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, dirigida por Juan Pablo Villarroel - nos permite recorrer un trecho importantísimo de la música francesa de la primera mitad del siglo XX, que sin duda se diferencia vivamente de otras producciones nacionales desarrollando estilos de composición que, siendo diferentes y particulares, resultan plenamente identificables con la tradición gala, que se caracteriza por su elegancia, sabiduría (y audacia) en la orquestación, y una profunda e innegable belleza.
El concierto arranca con el emblemático "Preludio a la siesta de un fauno" (arriba una ilustración de Manet para el poema original), que Claude-Achille Debussy (1862-1918) (ver su biografía completa acá) escribiera en 1894, inspirado en un poema de Mallarmé (un autor caro a los compositores franceses de esta época, que ya hemos comentado la semana pasada). Debussy fue un renovador, un compositor que buscó innovar en el lenguaje inspirándose tanto en manifestaciones no occidentales (que conociera en la Exposición Universal de París, en 1889) como en la tradición francesa, especialmente en su música barroca. El resultado es, en sus obras, de una gran delicadeza, sensualidad y lirismo. Muchos lo consideran un "impresionista", asociándolo en su estilo al de los pintores contemporáneos que reinventaron el paisaje a partir de la luz, pero la verdad es que (y ello se nota en la obra que escucharemos) su estética es más próxima al simbolismo y a lo que luego sería el "Art Nouveau", refinado y atento a los pequeños detalles.
Las novedades que
Preludio a la siesta de un fauno (Prélude à l'après-midi d'un faune en francés) presentaba eran muchas. En primer lugar, una orquestación peculiar con sólo 3 flautas, 2 oboes (mutado uno en corno inglés), 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas y dos arpas sumadas a la formación de cuerda. Ni trompetas, ni trombones, ni percusión, nada que le alejara de la sonoridad perseguida, tenue y vaporosa. Destaca además la estructura de la composición: seis partes de longitud desigual dominadas por el solo de flauta inicial (très modéré), que es expuesto luego con una armonización leve y después completa. Una segunda parte presenta un segundo motivo en el oboe y conduce a una atmósfera de mayor animación. Después, en la tercera, clarinete, oboe y cuerda presentan un elemento melódico nuevo, de gran emotividad y lirismo (même mouvement et très sostenu). La cuarta parte retoma el primer tema transformado rítmicamente. Después el tema se reexpone y se esquematiza en una especie de coda final. Por primera vez, Debussy se apartaba totalmente de la estética establecida, de cualquier obligación tonal y toma a su antojo los recursos para expresar esa impresión general que en él dejó el poema de Mallarmé.
Les dejamos una versión registrada en 1972 por la London Symphony Orchestra, conducida por el legendario director Leopold Stokowski (un experto en la obra y en Debussy), en el marco de una doble celebración: sus 90 años de vida y los 60 de la Orquesta:
En 1912, el célebre bailarín Vaslav Nijinsky coreografió y presentó la obra con los Ballets Rusos de Serge Diaghilev (compañía para la que Stravinsky escribió "Petrouchka" y "La Consagración de la Primavera", entre otras). De ese histórico momento ha quedado un fragmento registrado en cine, que les presentamos en una reconstrucción, además de un extracto de la película biográfica "Nijinsky", filmada en 1980 por Herbert Ross con Georges De la Peña en el rol del bailarín:
La primera parte se completa con el Réquiem Opus 9, para coro, solistas y orquesta (que se presentará en versión de cámara) de Maurice Duruflé (1902-1986) (ver su biografía completa acá). Al igual que en otros compositores franceses de la primera mitad del siglo XX, la música sacra de Duruflé (organista ilustre) puede considerarse de una "tonalidad enriquecida" con reminiscencias modales del canto gregoriano y la música renacentista.
La obra - escrita en 1947 por encargo de la editorial Durand - está estructurada para coro, mezzosoprano y barítono. Existen tres orquestaciones: una para órgano solo, una para órgano con orquesta de cuerdas, trompetas en forma opcional, arpa y timbal y otra para órgano y orquesta completa. Duruflé organizó la obra en nueve movimientos. El texto del Dies irae, considerado el más famoso de la Misa de Réquiem, no fue incluido por el autor francés, aunque las primeras palabras del Dies irae están incluidas en el Libera me. Según los especialistas, la omisión de este trozo hace más tranquila y meditativa la composición. Así también muchos lo han definido como una obra luminosa, un réquiem más para los vivos que los muertos, una música llena de luz y calma.
Les dejamos una versión registrada el año pasado en Riverside (California) por la agrupación Raincross Chorale, dirigida por Steve Koster:
Tendremos la gran oportunidad de ver y oír en esta obra a la Camerata Vocal de la Universidad, actuando como solistas la mezzosoprano Ana Isabel Navarro y el bajo Esteban Sepúlveda. Ambos pertenecen a la Camerata y, a la vez, desarrollan una nutrida actividad como solistas en la ópera o en conciertos.
En la segunda parte, nos encontraremos con dos obras de Maurice Ravel (1875-1937) (ver su biografía completa acá), uno de los más importantes autores franceses del siglo XX y que ya ha sido parte de nuestro taller en semanas anteriores.
En primer término, escucharemos "Le tombeau de Couperin" (La tumba de Couperin), que Ravel compuso en 1917 tras su participación en la Primera Guerra Mundial como chofer de camión. Apartado del frente cuando enfermó, se dedicó a concluir esta obra, iniciada en 1914, que recrea el estilo de la música francesa del siglo XVIII y rinde un homenaje especial a François Couperin, cabeza de una familia de artistas y figura clave del arte galo de ese siglo. Paralelamente, Ravel dedicó cada uno de los seis movimientos de la obra a amigos suyos fallecidos durante la guerra. La tumba de Couperin (esta forma "tombeau" era una especie de epitafio musical, muy popular en el siglo XVIII) está constituida por una serie alternada de danzas que crean una oposición de movimientos pero, a la vez, invita a participar de una excursión mucho más vasta a través de la evolución de nuestro lenguaje musical. Ravel orquestó sólo cuatro de las seis partes que fueron estrenadas por la Orquesta Pasdeloup de Paris, dirigida por Rhené Baton el 28 de febrero de 1920.
Les dejamos varios videos ilustrativos: el "Preludio" inicial en versión de la Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Pierre Boulez; una grabación completa (lamentablemente sin registro fílmico) hecha por Zoltan Kocsis con la Filarmónica Nacional de Hungría y, finalmente, un registro del original pianístico hecho por Angela Hewitt, que nos permitirá aquilatar el talento de Ravel como orquestador (sin duda, uno de los mejores del siglo XX):
La Suite nº 2 del ballet Daphnis et Chloé (inspirado en la novela pastoril de la Grecia Clásica escrita por Longo en el siglo II), estrenado por los Ballets Rusos en el Teatro Chatelet de Paris el 8 de junio de 1912, bajo la dirección de Pierre Monteux, cerrará este concierto. Ésta fue extraída en 1913 y tiene tres partes: Amanecer que corresponde al momento en que Daphnis, quien busca a su amada Chloé, raptada por piratas, despierta al alba y encuentra finalmente a Chloé; Pantomima, donde los protagonistas representan la historia de Pan y la ninfa Sirynx, mientras la Danza General es una celebración final y jubilosa del amor físico.
Les dejamos una versión de uno de los directores del momento, Gustavo Dudamel, con la Orquesta Sinfónica "Simón Bolívar" de Venezuela:
Al frente de la Orquesta Sinfónica estará una vez más el maestro Maximiano Valdés. Director titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, Maximiano Valdés es uno de los directores de orquesta chilenos más reconocidos a nivel internacional. Ha destacado por la difusión de la música de compositores chilenos, especialmente en el extranjero donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera. En abril de 2011, el Área de Artes Musicales de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile le otorgó el Premio Domingo Santa Cruz 2011 en reconocimiento a su selecta trayectoria como director de orquesta y a su permanente difusión de obras chilenas y latinoamericanas sinfónicas, en diversos lugares del mundo. Junto con ello, en junio de este año la Academia de Bellas Artes lo eligió como Miembro Correspondiente de esta institución.
Valdés dirigió durante 16 años la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (España), realizando una destacada labor que llevó a esa agrupación a un nivel de excelencia. Fue director Invitado en los Festivales de Tanglewood, donde trabajó con Leonard Bernstein y Seiji Ozawa. Debutó con gran éxito en Estados Unidos en octubre de 1987 con la Filarmónica de Buffalo. Dos años después fue nombrado Director Musical de esta agrupación, puesto que ocupó durante cerca de 10 años. En Norteamérica ha dirigido las orquestas sinfónicas más importantes, incluyendo las de San Luis, Nacional de Washington, Filadelfia, Montreal, Baltimore, Indianapolis, Seattle, Houston, Dallas y New Jersey y las orquestas Filarmónicas de Calgary y Brooklyn. Ha participado también en festivales de verano como el Mann Music Center con la Orquesta de Filadelfia y en Caramoor con la Orquesta de St. Luke, en Interlochen, Grand Teton, Eastern Music Festival, Chautauqua, Music Academy of the West y Grant Park en Chicago.
Les dejamos un extracto del ensayo para este concierto, con las impresiones del maestro Valdés acerca del programa:
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