Ayer vivimos sin duda una jornada emotiva, que permitió nuestro reencuentro con usuarios particularmente queridos (de La Faena, Peñalolén; Cerrillos y La Cisterna) de entre los muchos que han participado en el Taller, y que estuvo marcada por la emoción que pudimos detectar en varios de ellos al término del concierto, con una espectacular versión de la Sinfonía Nº 1 de Brahms y la breve pero profunda charla sostenida con el maestro José Luis Domínguez.
El concierto arrancó con el estreno de la obra de Juan Quinteros, "Io", que ganó el concurso para audición de nuevas obras de compositores chilenos al que convoca la Orquesta Sinfónica.
Quinteros, de 30 años, egresado del Departamento de Música y Sonología de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, recibió nuestro sincero aplauso por una composición interesante, colorida y muy descriptiva, que sentimos casi una banda sonora. Su trabajo alude al satélite más cercano a Júpiter, conocido también como la luna atormentada. "La llaman así - señala - por tener una continua actividad geológica y volcánica, afectada por la fricción del campo gravitacional de Júpiter, ésta se comprime y descomprime, bombeando calor, gases y materiales incandescentes al espacio. Este tipo de fenómenos está muy relacionado con mi imaginario musical y los procedimientos que pongo en marcha en él, al ser un aficionado a la cosmología."
Siete años después de que tocara por primera vez el Concierto para violín en Re menor Op. 47 de Jean Sibelius, Lorena González - destacada solista de los segundos violines de la Orquesta Sinfónica de Chile - volvió a enfrentar esta tremenda obra, por cuya interpretación fue distinguida con el Premio APES 2005 en música clásica de la Asociación de Periodistas de Cultura y Espectáculos. Una larga ovación premió la presentación de la joven violinista, que comenzó sus estudios a los 6 años con el maestro Fernando Ansaldi, continuando luego con Sergio Prieto. Perfeccionada en los Estados Unidos y Alemania, su talento ha sido destacado por artistas de la talla de Isaac Stern.
Jean Sibelius - gran héroe cultural de Finlandia, cuya biografía completa encontramos acá - sólo escribió esta pieza de largo aliento para un instrumento solista. “El Concierto es uno de los más difíciles compuestos para violín y orquesta. Su exigencia técnica es tan enorme que el solista tiene que estar encima de la obra hasta el último minuto porque si no es así, no sale”, afirma Lorena González sobre esta obra que se estrenó en Helsinki en 1903 sin grandes resultados, pero que luego de ser revisado fue interpretado con éxito en 1905 por Kart Halir, bajo la dirección de Richard Strauss. Esta segunda versión es la definitiva de la obra que se convirtió en parte del repertorio solistico para violín y que requiere de un músico especialmente virtuoso, lo que hace que su ejecución sea un desafío entre los violinistas especialmente en el tercer movimiento, que fue descrito por el musicólogo Donald Francis Tovey como una "polonesa para osos polares".
Jean Sibelius - gran héroe cultural de Finlandia, cuya biografía completa encontramos acá - sólo escribió esta pieza de largo aliento para un instrumento solista. “El Concierto es uno de los más difíciles compuestos para violín y orquesta. Su exigencia técnica es tan enorme que el solista tiene que estar encima de la obra hasta el último minuto porque si no es así, no sale”, afirma Lorena González sobre esta obra que se estrenó en Helsinki en 1903 sin grandes resultados, pero que luego de ser revisado fue interpretado con éxito en 1905 por Kart Halir, bajo la dirección de Richard Strauss. Esta segunda versión es la definitiva de la obra que se convirtió en parte del repertorio solistico para violín y que requiere de un músico especialmente virtuoso, lo que hace que su ejecución sea un desafío entre los violinistas especialmente en el tercer movimiento, que fue descrito por el musicólogo Donald Francis Tovey como una "polonesa para osos polares".
Les dejamos en primer término el video del ensayo de esta obra, con las impresiones de Lorena González. Luego, una gran versión con Maxim Vengerov actuando junto a la Chicago Symphony Orchestra, dirigida por Daniel Barenboim.
El concierto culminó con la Primera sinfonía en do menor, Op. 68, de Johannes Brahms (biografía completa acá). La larga gestación de esta obra - catorce años, entre 1862 y 1876 - pudo ser debida a dos factores. En primer lugar, Brahms era enormemente autocrítico e inseguro, lo que le llevó a destruir muchos de sus primeros trabajos. Segundo, había tal expectación entre los amigos de Brahms y el público en general sobre si lograría ser continuador de la "herencia" de Beethoven produciendo una sinfonía de dignidad y alcance intelectual comparable, que Brahms no se sentía capaz de estar a la altura, en vista de la monumental reputación de Beethoven.
Al director Hans von Bülow le pareció adecuado en 1877 llamar a esta sinfonía la Décima Sinfonía de Beethoven, debido a las similitudes percibidas entre la obra y varias composiciones de Beethoven; se destaca a menudo que hay reminiscencias del tema principal de la novena sinfonía del maestro de Bonn, y que Brahms utilizó el ritmo del motivo del "destino" del principio de la quinta sinfonía. Estos comentarios confundían a Brahms, ya que los consideraba equivalentes a acusaciones de plagio, mientras él veía su utilización del idioma de Beethoven como un acto de homenaje consciente, por lo que respondía con sarcasmo cada vez que se le señalaba el parecido de su obra con la de Beethoven: "cualquier asno puede verlo." Pese a sus reclamos y aclaraciones, esta obra es todavía apodada como la "Décima de Beethoven". En cualquier caso, el tema en la trompa con el llamado "motivo del destino" beethoveniano, fue citado por Brahms en una carta suya de 1868 a Clara Schumann, como escuchado en una trompa alpina...
Coincidencias, citas u homenajes quedan de lado cuando se trata de enfrentarse en vivo a esta pieza magistral, que - como señalábamos al comienzo - emocionó sinceramente a varios de nuestros participantes, que no la conocían.
Les ofrecemos, para recordar, una versión registrada en 1988 por la Orchestra dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia, dirigida por Carlo Maria Giulini:
Un concierto, repetimos, emocionante e inolvidable, bajo la dirección del maestro José Luis Domínguez, que por su gran performance y gentileza hacia nuestro público recibirá un post especial a continuación.
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